
Camino adelante entre verde olivar,
y en lo alto del cerro…
el pinar y la cuesta empinada,
que baja al pantano,
pizarra y guijarros que tocan mis manos.
Y andando la senda sin formas marcadas,
toco el agua ,
embalsada en un valle, que antaño
albergó en sus entrañas la plata y el plomo.
A lomos de mis pensamientos,
me agarro a la cola del viento,
para en un firmamento de estrellas y luna,
ver la cuna, que dio a mis ancestros la vida.
Y de nuevo, pisando sus calles,
los detalles,
blasones, sus balcones copados de flores,
los viejos amores escondidos,
en las sombras de rejas antiguas.
Y llego a la plaza, bajando tranquila
antiguas callejas de piedra,
que empiezan y acaban en cuesta.
De nuevo, sus sombras erguidas,
las copas caídas del peso del fruto.
Y a lo lejos…severo y enjuto,
diminuto por la lejanía…
mi pueblo, que día por día,
se dibuja ante mi presente,
profundo y latente,
sigue dándole sombra a mi vida.
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