lunes, 3 de enero de 2011

Infancia, el inicio


Como pasa el tiempo, ¡que deprisa¡ al igual que las hojas en otoño se desprenden de las ramas, monotonas y secas, alfombrando el suelo con su tono de oro envejecido.
Así pasó mi tiempo, sin darme cuenta que los años, surcaban por mi rostro dejando su huella imperturbable, ajó mi cuerpo con ensaña, marcó mis sienes doloridas y en mi mente, gravado como a fuego, el dolor la injusticia, el menosprecio, el hambre de cariño el dolor de las ausencias presentes, una infancia sin tiempo de vivirla, nacida hipotecada por el peso de una deuda de odio, que no tuve tiempo a contraer.
En el otoño de una vida no vivida,reposo en el regazo los recuerdos, acaricio con pena y con dolor, el tiempo rebelde, la niñez envejecida en un entorno de amarguras, la muñeca de porcelana, estrellada con rábia contra un suelo ajeno a mi inocencia, lejano a mis raices.
La tristeza en el rostro, de quien me dió la vida. La recuerdo, acariciando mi pelo ensortijado de un negro enrojecido, el mar en sus verdes ojos de gata, gotear por sus mejillas, sin respuesta a mis preguntas, ¿porqué? mas no hallo respuesta, a veces, quisiera que existiera ese Dios, pero tan solo es un deseo, en el que suelo o...solía refugiarme cuándo la incomprensión se anudaba a mi garganta, sobre todo, en aquellos años, en que llamemosle, mala suerte, hizo mella honda en mi fragil y diminuto curpo,de niña-mujer.
Volviendo a mi regazo, barajo sueños adolescentes, empresas incumplidas, quizá por su alta dosis de útopia, la lucha contra un todo poderoso, el querer y el no tener, materia de cariño.
¡Cuántas veces¡ volví a mis raices, soñando simplemente, recordando el camino entre los alamos, el agua derramada entre las piedras del suelo de aquel pozo, donde no solo las bestias abrevaban, también lo hacían mis recuerdos.
subia la cuesta esperanzada, esperando que el sueño fuese cierto, segura de encontrar de nuevo la esperanza de borrar aquel tren, que cansino y sucio, me arrancó la infancia, atrás quedaron los árboles y el pozo, ¡llegaba¡ el blanco inmaculado de las casas, llenaba mi interior, me sentía agil como un pájaro, quise arrancar el vuelo, se borró el camino, el blanco esplendoroso, era un negro nubarrón, habría que soñar de nuevo.
Borrón y cuenta nueva, me decian, muy facil, total...no tenía más que olvidar, archivar, cerrar el fichero y...perder la llave.
Así de sencillo, ¿es posible que lo sea? para mí, no es sencillo, más bien diría que es imposible.
Me miro en el espejo transparente, en la inmensidad de sus aguas estancadas, en el salto potente que producen vertiendo su caudal sobrante, esparciendose entre cerros y laderas, empapando esa tierra que un día, pisé seca, disfrazada de gañán, aporreando el suelo con el viejo bastón, e insistiendo a todo ser viviente, ¿A que no me conoces?
Mi último carnaval y...porqué no, el principio de un camino sin retorno, aunque si iba a existir la vuelta.
Decidí ser fuerte, hacer caso, borrar, plantear mi presente solo con la última cosecha, dejar atrás sembrados esteriles, enterrar las conservas pasadas, pero...eso no es posible, menos cuando el que sembró, lo hizo a conciencia, con la maldad caracteristica, de un ser, que siempre se creyó omnipotente y a la vez cubierto de esa capa, que lo hacía aparentar todo lo contrario.
Hija, está enfermo, no se lo tomes en cuenta
lo tenías todo, según tú, yo era lo más importante que te había pasado en la vida
Sabes...desde muy niña, me creí, la semilla del diablo y lo sabías
Me hiciste querer a quien no iba a tardar en ensañarse a quien desfogaria en su "propia carne" el odio, por no haber conseguido su meta. Para él...solo fuí eso, lo más importante, cuándo le era necesario a sus propositos.
Tú, solo fuiste, su techo, su estabilidad y el pase a guardar las apariencias.
¿Recuerdas el tren? los domingos? aminoraba su marcha al pasar por allí, atiborrado de gente, cestos de comida, niños padres, cuerdas para saltar y pelota de futbol y, como no, él acompañado, siempre iban los tres, a ella no quiero recordarla, a los hijos los odié desde el primer instante.
Te quería tanto, que no podía sentir lo mismo, pero tu indifenrencia o miedo a dejarlo, caló profundo en aquella niña, que nunca lo fué.
Olvidé que tenía un presente y un futuro.
Quizá la costumbre de no haberlo tenido nunca 'o... el amor que sentía hacía tí, hicieron, que destrozase mi vida, por las dos, a fin de cuentas, ella era inocente, a nadie le pidió nacer, pero...yo tampoco.
...

1 comentario:

  1. Anna , es una elegia preciosa a todo lo que has perdido y que no se vuelve a retomar, al menos de la misma forma, si desde la serenidad de los años echamos de menos lo irremplazable, aún así hay muchos motivos en la vida por los que sentirnos activos y despiertos.
    Un abrazo

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