sábado, 2 de octubre de 2010

Esperanza

Las doce han dado en la torre,
donde el reloj no descansa.
De acero sus manecillas.
marcan las horas sin danza

Y van segundo a segundo,
detras de uno, el otro avanza,
marcando así los minutos,
uno tras otro cuál lanza

que va clavando en mi pecho,
las angustias y las ansias,
esperando que en sesenta,
toque fuerte su sonata.

Y dan las doce, la una
las tres de la madrugada,
y se hace eterna mi angustia
y se hastía mi esperanza

Ya con el son de las cinco
empieza a salir el alba,
sobre los montes baldíos
asoma el sol su templanza.

Avanzando lentamente,
calentando la mañana,
y vuelve a sonar solemne
el reloj de mi esperanza

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