
De silencio las calles se llenan
y las puertas se cierran al paso,
que a Tu Hijo lo llevan prendido,
cuál si fuese un vulgar presidiario.
A Caifás presentaron le al reo
y este hombre, envia le a pilatos,
que se lava las manos diciendo...
yo no veo motivo ni agrávio.
Han cubierto púrpura tus hombros,
en Tu frente espinas brotaron
y cuál rey...en tus manos un cetro.
Has servido de burla y escarnio,
una cruz de madera cuál lecho,
un lanzazo se dió a Tu costado.
pero sigues pidiendole al Padre,
que perdone todos mis pecados.
Dos mil años de aquella amargura
y...aún te sigo hoy...crucificando
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