
Orgullosa de mis Raíces
Nací en una familia, destrozada por una contienda
fratricida, una madre educada en la creencia de Dios y del amor al prójimo, mi
madre siempre decía que, ayudar a tus semejantes era proporcionarles todo lo
necesario para elevarse como seres humanos, que la limosna era una palabra, que
nunca se la enseñaron, mis abuelos enseñaron a sus hijos a dar lo mejor de
ellos mismos, que el que tenía hambre, si le dabas pan, la saciaba un día, pero
si le dabas semillas y enseñabas a sembrarlo, a molerlo y hacer el pan,
comerían siempre. Mi abuela era una mujer, educada en dos culturas, la alemana
y la española, mi abuelo un hombre recto nacido andaluz por generaciones y
tanto uno como otra, lucharon por que sus hijos, aprendieran todos los
conocimientos a su alcance.
La maldita guerra destrozó sus vidas, robándoles parte de su mayor tesoro; sus hijos, pero sus enseñanzas prevalecieron en los que sobrevivieron, que a lo largo de los años, demostraron que las habían aprendido bien, ahora la tercera generación, nos sentimos orgullosos , de nuestros pilares, no todos hemos tenido la suerte de tener unos conocimientos académicos, pero tampoco nuestros padres los tuvieron y como ellos, hemos demostrado, que la cultura, la buena educación y el amor a tu prójimo, no se aprende en las universidades, se aprende desde la cuna.
Yo tuve la suerte de que esos conocimientos fuesen académicos, pero no por ello es más basto que los de mi gente, me siento muy orgullosa de todos y cada uno y de todos aprendo día a día a ser mejor persona.
La cuarta generación, es el fruto de aquellas semillas, que con tanto amor, mis abuelos, depositaron en el corazón de sus hijos
La maldita guerra destrozó sus vidas, robándoles parte de su mayor tesoro; sus hijos, pero sus enseñanzas prevalecieron en los que sobrevivieron, que a lo largo de los años, demostraron que las habían aprendido bien, ahora la tercera generación, nos sentimos orgullosos , de nuestros pilares, no todos hemos tenido la suerte de tener unos conocimientos académicos, pero tampoco nuestros padres los tuvieron y como ellos, hemos demostrado, que la cultura, la buena educación y el amor a tu prójimo, no se aprende en las universidades, se aprende desde la cuna.
Yo tuve la suerte de que esos conocimientos fuesen académicos, pero no por ello es más basto que los de mi gente, me siento muy orgullosa de todos y cada uno y de todos aprendo día a día a ser mejor persona.
La cuarta generación, es el fruto de aquellas semillas, que con tanto amor, mis abuelos, depositaron en el corazón de sus hijos
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