Una noche de agonía,
el dolor en las entrañas,
la impotencia en los sentidos
y el alma que rompe y calla.
El silencio entre dos luces,
buscando la luz del alba,
sobre el lecho un cuerpo inerte
cesa el rictus de su cara,
por el balcón entra el sol,
con marcas de una persiana,
sube y baja la escalera,
las lagrimas no asomaban,
y el grito se ahoga en su pecho,
nadie puede darle calma,
el féretro está en la entrada
en la entrada de la casa,
su cuerpo sin vida llega,
en una bolsa lo bajan,
como si fuera un guiñapo,
su alma ya voló al alba.
y el dolor sigue creciendo,
sus ojos al mar reclaman,
que los inunde de agua,
agua y sal de un mar bravío
y la arena de sus playas,
para mezclar sus cenizas,
en su tierra soberana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario