Una vez recordaba tu nombre,
tu presente de niña tu faz compungida,
sentía el dolor, que en mi mente cansada,
corría, cuál caballos salvajes,
por el val. de la vida.
He serenado el alma, casi, acabé la vida.
buscando sin iras, cualquier rastro
que exprese constante, los daños que hice.
Si erré a conciencia, si amargué las vidas…
sabiendo serena el daño que hacia.
Si luché contra el viento, en las noches perdidas.
la esperanza y la fe en un mañana.
Ana, tengo poco tiempo, voy super liada con el trabajo, pero es un remanso de paz venir a leerte y cuando puedo me escapo, unas veces comento y otras los leo.
ResponderEliminarUn abrazo paisana