Las doce han dado en la torre,
donde el reloj no descansa.
De acero sus manecillas.
marcan las horas sin danza
Y van segundo a segundo,
detras de uno, el otro avanza,
marcando así los minutos,
uno tras otro cuál lanza
que va clavando en mi pecho,
las angustias y las ansias,
esperando que en sesenta,
toque fuerte su sonata.
Y dan las doce, la una
las tres de la madrugada,
y se hace eterna mi angustia
y se hastía mi esperanza
Ya con el son de las cinco
empieza a salir el alba,
sobre los montes baldíos
asoma el sol su templanza.
Avanzando lentamente,
calentando la mañana,
y vuelve a sonar solemne
el reloj de mi esperanza
donde el reloj no descansa.
De acero sus manecillas.
marcan las horas sin danza
Y van segundo a segundo,
detras de uno, el otro avanza,
marcando así los minutos,
uno tras otro cuál lanza
que va clavando en mi pecho,
las angustias y las ansias,
esperando que en sesenta,
toque fuerte su sonata.
Y dan las doce, la una
las tres de la madrugada,
y se hace eterna mi angustia
y se hastía mi esperanza
Ya con el son de las cinco
empieza a salir el alba,
sobre los montes baldíos
asoma el sol su templanza.
Avanzando lentamente,
calentando la mañana,
y vuelve a sonar solemne
el reloj de mi esperanza
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